agosto 23, 2009

Al cine con Luis

Hace siglos que no escribimos en el blog, y es que entre trabajo, estudios, bebé y actividades, se nos pasan los días sin que nos demos cuenta. Este invierno ha sido frío y la cuenta de la luz se ha vuelto estratosférica porque nuestra casita no tiene buen aislamiento. A pesar de que rara vez bajamos de 5 grados durante la noche y en el día es normal llegar por lo menos a los 10-15 grados centígrados, si apagamos el calentador eléctrico sólo hace falta media hora para sentir el frío.

Pero de todos modos no podemos quejarnos de demasiado frío, por eso mismo no emigramos a Canadá! A bebé Luis no le ha afectado el frío, más bien se pone de malas cuando lo arropamos demasiado y se acalora. Nos acompaña a dar la vuelta en su carriola cuando queremos ir a algún centro comercial, y se sienta en nuestras piernas para platicarnos mientras nos tomamos un café. Como no grita, ni avienta cosas, ni da guerra, la gente siempre se encanta con él, lo cual sólo nos hace querer sacarlo más seguido.

Por otro lado Nueva Zelanda es un paraíso para las familias con niños chicos. En los centros comerciales siempre hay cuartos especiales para papás, que tienen mesas para cambiarles los pañales, microondas para calentarles la comida, y sillones para acomodarse para darles de comer.

Los cines tienen días especiales para mamás con bebés, pero a nosotros se nos antojó ver una película de caricaturas en una función normal, y confiando en el buen comportamiento de Luis, decidimos llevarlo, en lugar de buscar niñera. Entramos al cine con todo y carriola y nos sorprendimos al descubrir que en la primera fila había espacio para acomodar la carriola (o silla de ruedas para quien lo necesite). Así pues, nos estacionamos y pusimos a Luis en nuestras piernas para que viera la película con nosotros.

Luis brincó en el momento en que se prendió la pantalla y empezó el sonido, pero en seguida se quedó embobado viendo la gran pantalla. Estuvo quietecito toda la primera mitad de la película, no movía un solo dedo, no quería perderse nada! Más tarde le empezó a dar sueño y acabó bien dormido en brazos de Fernando.

En Nueva Zelanda los niños son bienvenidos donde quiera, definitivamente escogimos un buen lugar para emigrar.